Me he inspirado hacer este Post porque llevo unos días con una incógnita constante de cómo afrontar los desafíos de mi hija NOA de dos años.
No quiere comer o se pone hacer cualquier cosa en la mesa. Se desentiende de las cosas cuando se las dices o te mira de una forma cariñosa para que no la regañes. Se quiere llevar todos los juguetes cuando sales de casa.
Y así… un sin fin de pequeñas cosas que te hacen pensar ¿por qué se comporta así? ¿cómo debo decir las cosas? ¿la regaño o no?
Pero por cada respuesta que das recuerdas automáticamente lo que no te gustaba que te dijeran o actuarán tus padres para contigo e intentas ponerte en un punto medio.

Pero hay algo que no puedes cambiar tan fácilmente y es el pilar desde mi punto de vista para educar y amar o ser buen padre. Y es conocer a esa personita de pe a pa, comprender sus reacciones, sus interés y deseos en cada momento del día… pero lamentablemente estamos trabajando, algunas veces más de ocho horas… más el tiempo de transporte…
Entonces, ¿cómo pretendes que tu hija te obedezca o te haga caso o te quiera más cariñosamente si realmente no estás? Tu hija pasa más tiempo con su profesora que contigo. Aún así… ella espera con alegría a su padre, con grandes deseos de verte… sale corriendo a darte un enorme abrazo y beso cuando abres la puerta… el momento «piel con piel».
Ya sólo queda acompañarla, comer en familia, darle el postre… ver su programa favorito junto a ella y llevarla a dormir… y es allí donde uno piensa: en la forma de cómo va cambiando… en buscar la manera de pasar el mayor tiempo con ella… el trabajo no importa… lo que realmente importa es entender lo bueno y lo malo de tu actuación con tu hija y la evolución que ella tiene para contigo.
De la misma forma que ellos crecen como niños, nosotros crecemos como padres.